Estaba nivelado el encuentro entre Atlético de Madrid y el Espanyol. Allá por el sesenta de la segunda mitad a un turco le dió por desnivelar la balanza. Realizar una obra plástica para adelantar a su equipo y marcar el golazo de la jornada. Juanfrán encaró con descaro y ambición a su marcador, y consiguió centrar un balón al segundo palo, ahí donde el último defensor le queda la espalda. Arda Turán se había refugiado en esa zona, lejos de la vigilancia con un movimiento venido de dentro. El cuero le vino algo alto para el remate y optó por la chilena. Y le salió tan bien que alojó el balón en la portería cerca del poste. Golazo, a todas las miradas. El calderón valoró el pago de su asiento, entró en euforia. Como cada vez que ve que alguno de sus chicos ofrece algo atractivo.
Por si el golazo no era suficiente, otro. Este en carrera, esquivar varios defensores y a la cepa. Algo de fortuna sí, pero no resta mérito al jugador. El Vicente Calderón ardió en ánimos cuando Arda turán decidió mostrar su calidad en tres minutos gloriosos para él, y para los colchoneros.
Dani el Pulga
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