Sensación de dudas y mal sabor de boca la que se queda en los sportinguistas. Y de oficio y buen trabajo la de lis valencianistas. Que supo currarse el partido para ganarlo en su terreno, y matarlo cuando fué necesario.
Los gijoneses ofrecieron un partido igual que ante el Villarreal. Defensa en bloque y buena presión a la salida de balón local. Con un trato de tú a tú, pero muy falto de profundidad hacia la portería contraria. Y cuando encaja un gol, pierde intensidad y confianza en si mismo. La posesión del esférico se alternaban, pero paso a paso los de Mestalla iban fabricando ocasiones, que cada vez tenían mas olor a gol. La inteligencia de Tino Costa cada vez se movía mejor sobre el césped. Hasta que llegó el trallazo de Feghoulí que desplomó la moral asturiana. Y es que el Valencia, a pesar de haber ido perdiendo nombres estas últimas campañas, posiblemente sigue siendo el mejor de la Liga después de los dos grandes. A partir de ese tanto, el Sporting no supo responder apenas con ocasiones. Y cuando ya en la segunda parte llegó el auto gol de Botía, a tiro nuevamente de Feghoulí, el equipo rojiblanco se vino abajo. Y posteriormente, el cambio de fichas de Unai, sacando a Jonas por Aduriz, acabó por destrozar el orden asturiano para enrojecer la cara en el marcador con dos goles mas. El trabajo de Jonas consistio en hacercar su mediocampo a la delantera con sus llegadas, y aprovechar los huecos que iban quedando en la zona de Eguren y Rivera.
Perjudicó mucho la lesión de Canella, que obligó a Tejada a meter a Ayoze en su puesto, y la situación le superó casi siempre al canario. Existieron unas ideas claras de juego en el Sporting, de cómo debía plantarse, pero sin claridad en cuanto cogía el mando del balón. Se espera el rápida acloplamiento de Colunga cómo solución al ataque sportinguistas.
Otra dura semana la que le queda al conjunto rojiblanco, con la cabeza puesta en el próximo rival, que también es de entidad.
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